Gide, André, Los nuevos alimentos (1935), Buenos Aires, Losada, 1953. Traducción de Luis Echávarri.
Fragmento de “Los nuevos alimentos”
“(...) Toda afirmación termina en la abnegación. Todo lo que cedas en ti tomará vida. Todo lo que trata de afirmarse se niega; todo lo que se renuncia se afirma. La posesión perfecta solo se demuestra con el don. Todo lo que no sabes dar te posee. Sin sacrificio no hay resurrección. Nada se alegra sino con la ofrenda. Lo que pretendes proteger en ti se atrofia.
¿En qué conoces que el fruto está maduro? En esto: que abandona la rama. Todo madura para el don y concluye en ofrenda.
Oh, fruto lleno de sabor al que envuelve la voluptuosidad; sé que para germinar tienes que abandonarte. ¡Que muera, pues, que muera esa dulzura que lo rodea! ¡Que muera esa abundante carne exquisita y azucarada, que muera, pues pertenece a la tierra! Que muera a fin de que vivas. Yo sé que 'si el fruto no muere, queda solo.'
Señor, concédeme que para morir no tenga que esperar a la muerte.
Toda virtud termina renunciándose. Es a la germinación a lo que aspira la extremada suculencia del fruto.
La verdadera elocuencia renuncia a la elocuencia; el individuo no se afirma sino cuando se olvida. Quien piensa en sí mismo se impide. Nunca admiro tanto la belleza como cuando no sabe qué es bella. La línea más conmovedora es también la más resignada. Cristo se hace verdaderamente Dios al renunciar a su divinidad. Y, recíprocamente, Dios se crea al renunciarse en Cristo. (...)”
Oh este libro es tan hermoso, tan hermoso. Muchas veces André Gide se me hizo insoportable, pero en Los alimentos lo amo una y otra vez. Gracias por compartir y recordarnos lo que vale.
ResponderEliminarApenas leí otras cosas de Gide, me parece un autor excelente.
ResponderEliminarPara mí, este es un libro muy valioso. Leerlo fue (es)acercarme más a mí mismo, pero sin "impedirme", digamos.
Saludos, Hernán.