lunes, 27 de junio de 2011

Las mil y una noches

Anónimo, “El hombre que soñó”, Antología del cuento extraño, Buenos Aires, Hachette, 1976.


A Las Mil y Una Noches, colección de leyendas orientales de autor anónimo, pertenece esta breve y perfecta narración fantástica, traducida de la selección de Bennet Cerf, quien utilizó la versión de Richard Burton. Rodolfo Walsh



El hombre que soñó


Vivió cierta vez en Bagdad un hombre rico, que perdió todo su caudal y quedó tan desposeído que sólo trabajando duramente podía ganarse la vida. Una noche se acostó a dormir, abatido y pesaroso, y vio en sueños a un personaje que le decía:

-En verdad, tu fortuna está en camino del Cairo.

Pero a su arribo lo sorprendió la noche y se acostó a dormir en una mezquita. Más tarde, por designio de Alá Todopoderoso, entró en la mezquita una banda de malhechores, que a través de ella penetraron en la casa vecina. Mas lo propietarios, perturbados por el ruido de los ladrones, despertaron y dieron la alarma. Y en seguida acudió en su ayuda, con sus hombres, el jefe de policía.

Huyeron los ladrones, pero Wali entró en la mezquita y encontrando allí dormido al hombre de Bagdad, lo prendió y le hizo dar tantos azotes con varas de palma, que casi lo dejaron por muerto. Arrojáronlo después a la cárcel, donde estuvo tres días. Cumplidos los cuales, el jefe de policía mandó buscarlo y le preguntó:

-¿De dónde eres?

Y él respondió:

-De Bagdad.

Dijo el Wali:

-¿Qué te trae al Cairo?

- Respondió el de Bagdad:

-En un sueño vi a uno que me decía: “Tu fortuna está en El Cairo. Ve a buscarla”. Mas cuando llegué al Cairo, descubrí que la fortuna que me prometía eran los varazos que tan generosamente me habéis dado.

En Wali se rió hasta dejar a la vista sus muelas del juicio.

-Hombre de poco ingenio –dijo-, tres veces he visto yo en un sueño a alguien que me decía: “Hay en Bagdad una casa, en tal barrio y de tal aspecto, y tiene un jardín en cuyo extremo hay una fuente, y bajo ella una gran suma de dinero sepultada. Ve y tómala”. Pero yo no fui; en cambio tú, por tu poca cabeza, has viajado de un lado a otro, dando crédito a un sueño que no era más que ocioso engaño de la fantasía.

Y le dio dinero, diciéndole:

-Con esto, regresa a tu país.

Y el hombre tomó el dinero y emprendió el regreso. Pero la casa que el Wali le había descrito era la propia casa que el hombre tenía en Bagdad. Y cuando estuvo en ella, el peregrino cavó bajo la fuente de su jardín y descubrió un gran tesoro. Y así, por gracia de Alá, ganó una maravillosa fortuna.

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