lunes, 19 de abril de 2010

Jorge Luis Borges, "Diálogo sobre un diálogo".

  
Borges, Jorge Luis, “Diálogo sobre un díalogo”, El hacedor (1960), Buenos Aires, Emecé, 1984.

A- Distraídos en razonar la inmortalidad, habíamos dejado que anocheciera sin encender la lámpara. No nos veíamos las caras. Con una indiferencia y una dulzura más convincentes que el fervor, la voz de Macedonio Fernández repetía que el alma es inmortal. Me aseguraba que la muerte del cuerpo es del todo insignificante y que morirse tiene que ser el hecho más nulo que puede sucederle a un hombre. Yo jugaba con la navaja de Macedonio; la abría y la cerraba. Un acordeón vecino despachaba infinitamente la Cumparsita, esa pamplina consternada que les gusta a muchas personas, porque les mintieron que es vieja... Yo le propuse a Macedonio que nos suicidáramos, para discutir sin estorbo.

Z (burlón)- Pero sospecho que al final no se resolvieron

A (ya en plena mística)- Francamente no recuerdo si esa noche nos suicidamos.
  

3 comentarios:

  1. Borges siempre manejando lo real dentro de la irrealidad o al borde de esta. Muy bueno. Saludos.

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  2. Hola, María. Siempre en los bordes, sí. Ahí donde realidad e irrealidad son signos intercambiables. Te mando un saludo.

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